Esta expresión de John Dewey, gran filósofo y pedagogo, es para mí LA CLAVE en la enseñanza.
Para mí, reflexionar sobre la práctica docente es crucial e incide un 100% en la eficacia del proceso enseñanza aprendizaje de una lengua extranjera en niños de edades tempranas.
Todos sabemos que el rol del docente es esencial en el proceso de aprender una lengua extranjera en niños porque es quien muchas veces conecta a ese niño por primera vez con ese nuevo idioma y o quien sostiene y acompaña ese proceso con amor, dedicación y entusiasmo siempre.
Sin embargo, tomarse un tiempo para reflexionar sobre las prácticas docentes también es de suma importancia. A veces no nos damos cuenta y pensamos que es como una especie de pérdida de tiempo o que no es necesario cuando en realidad, creo que es todo lo contrario. Es ganar tiempo de calidad en lo que ofrecemos, es disponer al alumnado para una buena experiencia, es crear un contexto que facilite la enseñanza. Y esto solo se logra si reflexionamos sobre lo que hacemos, sobre lo que los niños aprendieron o no, sobre nuestras estrategias, nuestros recursos, nuestros conocimientos. sobre dinámicas de trabajo, etc. Supongamos que algo que planifiqué no funcionó, la reflexión me permite mejorar esa experiencia y desarrollar algo nuevo para la próxima vez.
Detenerme y reflexionar fomenta paralelamente una empatía y comprensión más cercana con los niños, lo que a su vez construye relaciones de afecto tan necesarias en estas edades para una enseñanza y aprendizaje eficaz.
Y por último hay algo muy importante que nos brinda la reflexión, y es justamente el darnos cuenta de que si lo que estamos enseñando es acertado, o por el contrario lo debo ajustar, o adaptar para alinearse con las necesidades de los niños.
En síntesis, la reflexión docente impacta tanto en los propios educadores como en los niños.
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