¿En qué piensan las familias cuando piensan en inscribir a sus hijos en un colegio con una propuesta de educación bicultural cuya lengua y cultura que ofrecen, les es desconocida?
No hay duda que piensan en ofrecerles un futuro prometedor, un contacto al mundo, una posibilidad de realizar intercambios laborales internacionales, gracias a la adquisición de una lengua y cultura diferente cuando egresen la escolaridad, es decir a los 17 o 18 años. Aspectos muy importantes y que personalmente comparto y promuevo en mis hijos en respuesta a nuestro mundo actual.
Ahora, ¿qué tal si pensamos en el presente, en el ACÁ Y AHORA de sus hijos?
¿Por qué esta pregunta?
El camino en la educación bicultural que inician las familias a partir de esta elección muchas veces arranca en las salas de 2. Son estas edades sumamente significativas e importantes en el desarrollo integral de un niño. Y dentro de este desarrollo integral uno de los aspectos que toma mucha relevancia es el desarrollo del lenguaje. Y es esto vital pues es un proceso complejo, largo y con variedad de matices y ni que hablar si este proceso se hace en dos idiomas.
En muchos casos, es el Jardín de Infantes, quién abre a las infancias, a un mundo nuevo como ser: su nuevo mundo social, su nuevo mundo cognitivo e intelectual, su nuevo mundo emocional, su nuevo mundo físico y esto está acompañado siempre de grandes desafíos. Es en este sentido que posiciono a las familias en un rol protagónico, sumamente importante, valioso y significativo, ya que además el recorrer estos mundos nuevos conlleva adquirir, aprender y conocer nuevas habilidades, nuevas destrezas, nuevas competencias no solo en su lengua materna sino que también lo tendrán que hacer en una lengua extranjera que NO está presente en el hogar.
Entonces para que nuestro hijo de dos años transite este camino sabiendo que el esfuerzo que hace tiene un lugar en su hogar, su espacio más próximo y significativo a estas edades, es preciso darle un lugar al acompañamiento, a la orientación, al espacio y el tiempo de este nuevo idioma en el hogar EN EL PRESENTE para que cuando llegue ese futuro deseado, lo que inicialmente pensamos al hacer nuestra elección, se consolide.
Algunas formas de acompañar el proceso: Creo en la importancia de ofrecer una sonrisa, una expresión de aprobación y valoración cuando un hijo llega a casa con “algo” nuevo que aprendieron a decir en alemán. Son acciones que alientan y motivan. Saber leer en la mirada de nuestro hijos como hacerlo y cuándo hacerlo para que no sienta presión, también es acompañar.
¿Qué más hacer? Pedirles a sus hijos que les enseñen esa canción, esa oración, esa estructura de rutina para que también otros integrantes de la familia lo puedan aprender y hasta convertirlo en un momento lúdico de desafío en conjunto. Esto también es acompañar.
Recuerden esto: Todo lo que llega a casa por más insignificante que parezca para el adulto, para el niño es TODO. Alojar ese entusiasmo y valorarlo es lo que da sentido a este complejo proceso.
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